Uno de los hombres que más admiro es Pablo, escritor de gran parte del Nuevo Testamento, un hombre que vivió una impresionante transformación. Pasó de ser un terrible perseguidor de la iglesia a uno de los más fieles seguidores de Jesús y de los más grandes misioneros.
El era un hombre de una sola cosa. Lo escribe así en su carta a los Filipenses, en el capítulo 3 verso 13: "Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio..."
Pablo había estado hablando de sus logros como religioso para después reconocer que no le servían para nada, incluso se atreve a decir que se ha decepcionado tanto que los tiene por basura. Porque encontró en alguien algo muchísimo mejor, justicia por la fe en Jesucristo. Que todo lo dejaba a un lado, o más bien en el basurero, a fin de conocerlo a él, a Jesús.
Esa era su meta, el premio. La excelencia de su conocimiento.
La palabra "conocer" hace referencia al conocimiento por experiencia más que por recopilar información, me habla de conocer a alguien a través de mantener una relación con el.
Todo lo que deseaba Pablo era conocer de ésta manera a Jesús, esa era su meta, por esa razón había dejado todo, olvidaba el pasado y se movía hacia adelante. Hacia el futuro, para conocerle.
Esa era la una cosa que hacia, y no es que no tuviera nada que hacer, el era un hombre demasiado activo.pero su meta era solo una. Conocerlo.
Yo quiero que esa sea la una cosa que haga.
Y tu, ¿Que es la una cosa que haces?
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